Consecuencias del uso de Transgénicos
Página
- 8 enero, 2009
Los riesgos sanitarios a largo plazo de los transgénicos presentes en nuestra
alimentación o en la de los animales cuyos productos consumimos no han sido
evaluados seriamente y su alcance sigue siendo desconocido. Nuevas alergias, y
aparición de nuevos tóxicos son algunos de los riesgos que corremos al
consumirlos.
Una vez liberados al medio ambiente los transgénicos no se pueden controlar. La
contaminación genética pone en peligro variedades y especies cultivadas
tradicionalmente, y es irreversible e impredecible, no se puede volver a la
situación de partida.
Las variedades transgénicas pueden contaminar genéticamente a otras variedades
de la misma especie o a especies silvestres emparentadas. Por ejemplo, en
México, el centro de diversidad y origen mundial del maíz, los maíces
transgénicos importados de Estados Unidos están contaminando las variedades
tradicionales.
El aumento del uso de productos químicos eliminan o afectan gravemente a la
flora y a la fauna. Con las plantas tolerantes a herbicidas, el agricultor debe
usar cada vez más cantidad de agrotóxicos para acabar con las llamadas
"malas hierbas". Hoy por hoy existen datos que demuestran que, debido
a esto, se están utilizando muchos más pesticidas en los cultivos transgénicos
que en los convencionales. Con esto, la presencia de glifosato (el herbicida
asociado a la soja transgénica RR de Monsanto) en el suelo, en las aguas y en
los alimentos es cada vez mayor.
La introducción de los OGM en la agricultura exacerba
el monopolio de unas pocas multinacionales sobre la producción de alimentos.
Sólo un puñado de empresas (el 90% de los transgénicos están en manos de
Monsanto) controlan el mercado de estas semillas y de los productos químicos
asociados. Estas multinacionales han patentado sus semillas, han decidido
ponerle precio a la vida, cuando la riqueza de la biodiversidad siempre ha sido
un patrimonio de los pueblos y nunca ha tenido propietarios que pudieran cobrar
a un campesino por utilizar las semillas de sus propias cosechas. La semilla, además
de ser un insumo clave para los productores es la base de la soberanía
alimentaria: no pueden pertenecer a unos pocos en detrimento de la inmensa
mayoría.
Los transgénicos llegaron con la promesa de erradicar el hambre en el mundo,
basados en una agricultura de tipo industrial llamada “revolución verde”. Sin
embargo, los resultados están a la vista. La revolución verde fue una campaña
de gobiernos y empresas para convencer a los agricultores de países en
desarrollo para que sustituyeran cultivos autóctonos por variedades de alto
rendimiento dependientes de productos químicos y fertilizantes.
Lejos de constituir un medio para luchar contra el hambre, con los transgénicos
han aumentado los problemas alimentarios. Los países que han adoptado masivamente
el uso de cultivos transgénicos son claros ejemplos de una agricultura no
sostenible. En Argentina, por ejemplo, la entrada masiva de soja transgénica
exacerbó la crisis de la agricultura con un alarmante incremento de la
destrucción de sus bosques nativos, el desalojo de indígenas, campesinos y
trabajadores rurales, un aumento del uso de herbicidas y una grave sustitución
de la producción de alimentos para consumo local.
La política de concentración promovida por Monsanto ha creado un modelo de
sociedad donde unos pocos se llevan los beneficios a costa de la mayoría y
donde se incrementan las diferencias entre pobres y ricos. En Argentina, por
ejemplo, 160.000 familias tuvieron que abandonar sus tierras en la última
década porque no podían competir con las grandes agropecuarias.
La Tierra produce comida suficiente para alimentar a toda la población mundial.
El problema del hambre se debe al mal reparto de los recursos y se puede
resolver con decisiones políticas. En las condiciones actuales de organización
de los mercados un aumento de la producción no serviría para abastecer a los
más necesitados sino para aumentar la concentración de la riqueza.
La solución al hambre y la desnutrición pasa por el desarrollo de tecnologías
sostenibles y justas y por el empleo de técnicas como la agricultura y la
ganadería sustentables. Éstas ya existen pero carecen del apoyo necesario para
su puesta en marcha o para su generalización. La industria biotecnológica
utiliza su poder comercial y su influencia política para desviar los recursos
financieros que requieren estas soluciones duraderas y sostenibles.
Bibliografía
http://www.greenpeace.org/argentina/es/campanas/bosques/transgenicos/consecuencias-del-uso-de-trans/